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viernes, 21 de junio de 2013
La maledicencia al hablar, palabra antigua pero vigente
Deseo tocar en esta ocasión de un cáncer que se está extendiendo en forma alarmante en nuestra sociedad: La emisión de juicios, hablar de los demás es una práctica común, incluso aunque se tenga muy poca base y no tengamos argumentos, emitimos juicios en contra de las personas sólo por simples sospechas o por comentarios aislados, generados muchas por personas rencorosas y frustradas que se sienten aliviadas hablando mal de los demás.
Primeramente definamos algunos términos que debemos tener bien en claro:
De acuerdo al diccionario de la real academia de la lengua española, maledicencia es la acción o hábito de hablar en perjuicio de alguien denigrándolo.
La calumnia es aquella acusación falsa hecha con el propósito de causar daño.
El chisme se define como una noticia verdadera o falsa con que se murmura o se pretende difamar a una persona o en muchos casos a una institución.
La envidia es la tristeza causada en uno por el bienestar de otro. Envidia es avinagrarse porque alguien la está pasando mejor que uno, lo que sea que esto signifique: más dinero, fama, talento, etc.
Voy a empezar contándoles una pequeña historia que nos invita a reflexionar:
Un sabio fue visitado por un amigo que se puso a hablar mal de otro amigo del sabio, y este le dijo:“Después de tanto tiempo, me visitas para cometer ante mí tres delitos: primero, procurando que odie a una persona a la que amaba; segundo, preocupándome con tus avisos y haciéndome perder la serenidad; y tercero, acusándote a ti mismo de calumniador y malediciente”.
De la envidia nace el odio, la maledicencia, la calumnia, el chisme y la alegría causada por el mal del prójimo
Tanto daño puede causar la maledicencia que los libros sagrados de las principales religiones tales como la Biblia, el Torá de los judios y el Corán de los musulmanes la condenan, así veamos algunos ejemplos:
- Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano ... (Santiago 4:11).
- Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. (Efesios 4:31).
- Aquellos que amamos la vida y queremos ver días buenos, tenemos que refrenar nuestra lengua de hablar mal de los demás y de decir calumnias (Pedro 3:10).
- El sabio refrena su lengua, sólo el necio dice cuanto sabe y la consecuencia es dolor y dificultades” (Proverbios 9:14).
- La muerte y la vida están en poder de la lengua (Torá, Mishei 18,21)
- Quien se dedica a la maledicencia merece ser lapidado (Tora, Arajín 15,2)
- No difames a los tuyos (Torá, Vaikrá 19,15)
- Guarda tu lengua del mal y tus labios de decir mentira; apártate del mal y haz el bien, busca la paz y anda tras ella” (Torá, Tehilim 34,13-15).
- ¡Creyentes!, ¡Evitad conjeturar demasiado! ¡Algunas conjeturas son pecado! ¡No espiéis! ¡No calumniéis! (Corán, 49:12)
Lo que estoy comentado es a raíz de mi propia vivencia, desde hace un tiempo que tengo que escuchar acusaciones falsas contra mi persona, o contra otras personas. Siempre creí y sigo creyendo que los pecados de la lengua conducen al infierno y son graves. Porque el quinto mandamiento de la ley de Dios “No matar”, no solamente se refiere a matar físicamente a alguien, cuando calumnias a otra persona también le estás matando, lo matas psicológicamente, en su reputación, en su buen nombre, en su moral. Por eso sigo diciendo lo siguiente: “No habléis, no murmuréis, es un pecado grave aunque no lo parezca y es un poder maligno que se extiende por el alma. Reflexionad y no pequéis, hablad siempre bien de los demás. Y si hay algo que reclamar, que se reclame por las vías correspondientes.
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