jueves, 18 de octubre de 2012

El Tesoro escondidoA

A la niña de los ojos del Señor quiso El adornarla con sus dones procedentes de la esencia del Amor, éstos son: la sensibilidad ante el dolor, ante la alegría, ante el amor. La contemplación de lo artístico, de lo humano y de la naturaleza, la visión del más allá de las cosas que el mundo esconde tras el velo de la superficialidad. Pocas cosas son necesarias, mejor dicho solo una: "Tu elegiste la mejor parte que no te será quitada": amar a Dios y vivir en la simplicidad de lo cotidiano, en el asombro constante ante la efervescencia de los destellos del amor presente en una simple flor, en la tierra mojada potencialmente llena de vida, en el pájaro que te canta por las mañanas, en el gato que te ronronea expresándote su cariño animal. Todos son gestos de la belleza y del amor, pero ¡Ay! el amor humano cuando viene acompañado por una carga dolorosa llega a transformarse en la aniquilación de la autenticidad del amor. Dejar la palabra amor carente de sentido y reemplazada por el interés efímero de lo transitorio. La soberbia de quien se arroja el derecho de manipular la voluntad y entender al otro como posesión o propiedad privada que se puede enajenar y adquirir por el solo arbitrio dominante. Anhelar amar sinceramente y libremente, y no ser amado, o no ser correspondido en la misma medida, es agresión para el alma herida por la traición del amor invasivo y mentiroso que utiliza la palabra amor como imagen y envoltorio de una realidad que es carencia del mismo. Se esfuman las esperanzas de la autenticidad del amor humano, el fracaso siempre patente ante nuestros ojos, el corazón desangrado y cansado se ha olvidado de amar, pero la creatividad de la fuente del amor es inagotable. De repente una sonrisa lo ilumina todo, la palabra compartida cuando es envuelta por amor, atraviesa el alma en desasosiego, la restaura devolviéndole la credibilidad de que el amor humano todavía es posible en este mundo, que tu alma gemela camina en la tierra y los latidos de su corazón se asemejan al tuyo. Un día lo descubres y otra vez vuelve el asombro ante la grandeza indescriptible de poder amar sin medida. Por eso el amor nunca pasará, nunca se agotará y nada lo detendrá. Feliz de ti si has encontrado el tesoro escondido. Yo lo encontré.

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