Comentario del Evangelio de hoy por "Sor María de la Cruz"
Hermosa lectura del Evangelio de hoy que nos hace ver una realidad en la que pocas veces nos detenemos a pensar: "LA RETRIBUCIÓN FINAL, LA VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE".
Esta vida transitoria en la tierra no es única, ni absoluta, sino que es un paso, un aprendizaje para otra existencia superior y perfecta. Esta vida es un preludio de otra vida de santidad del alma personal y comunitaria, llegamos aquí cargando una existencia de pecado original y subsiguientes con un cuerpo débil y corruptible pero con un alma en potencia preparada para alcanzar la perfección, la iluminación y la paz perpetua.
Nuestra alma es el principio espiritual que en teoría domina nuestro cuerpo, o mejor dicho, el cuerpo material es reflejo del alma en su accionar, cuando esto no se produce, cuando el dominio material subsiste por sobre el espiritual, vemos la decadencia del ser humano, ejemplo de ello fue el rico Epulón del Evangelio.
El pobre Lázaro es ejemplo de pobreza y humildad, como medios de perfección del alma, y con ésto Dios no nos quiere decir que aprueba la indigencia: recordemos que se trata de actitudes, de principios de acción, lo que Dios espera de nosotros como hermanos de otros hombres, es que compartamos nuestros bienes con los que sufren necesidad y también que abandonemos esa actitud de comodidad, de poseerlo todo mientras otros desfallecen por un pedazo de pan (aún trabajando).
En este Evangelio Dios da respuesta al sufrimiento humano, pero aclara bien: la retribución "no es en esta vida", sino en la siguiente, junto a El en su presencia.
Una enseñanza muy importante de este Evangelio es que ningún sufrimiento humano queda indiferente para Dios, todo tendrá su recompensa y todo está escrito en el libro de la Vida. Y cuando hablamos de sufrimientos, éstos pueden ser materiales, físicos o espirituales, en otra entrada hablaré de los mismos. Lo importante es que a los ojos de Dios todo tiene su recompensa, por eso, a tener fe y a creer que todo lo que se siembra: se cosecha, sea en el cielo o en el infierno, porque también existe el infierno según ustedes lo pueden leer en este Evangelio, bien claro, sobre todo para algunos postmodernos que niegan la existencia del demonio y del infierno.
El rico Epulón: egoísta, cómodo, que recibió sus bienes en la vida y no los compartió, le tocó sufrir luego de su muerte "las llamas lo atormentaban".
Así que, no hagamos oídos sordos al Evangelio, tengamos actitudes de misericordia hacia los que sufren cualquier tipo de sufrimiento para también nosotros poder gozar de la vida con Dios, en paz y felicidad eterna. Asi sea.
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