Un blog para acercarnos a Dios, para encontrar paz, sanación, bendición. Un blog para todos, para aprender a orar, meditar.
domingo, 5 de octubre de 2014
Innovación y Calidad: María Cruz y las artesanías PORFIS CUIDAME MUCHO
domingo, 14 de septiembre de 2014
Rosarios Porfis-plis "Cuidame Mucho"
Pulseras y denarios Porfis-plis "Cuidame Mucho"
miércoles, 20 de agosto de 2014
Cuando la Vida Consagrada deja de "Ser": agoniza la Iglesia Católica
jueves, 19 de junio de 2014
El Señor es mi Pastor, DUDAS Y CERTEZAS
El Señor es mi Pastor: dudas y certezas
Una de las frases que fueron siempre cimiento de mi vida consagrada es el versículo del Salmo 23: “El Señor es mi Pastor, nada me falta”. Ha sido la traducción que más me ha impactado, aunque existen otras traducciones del mismo versículo como por ejemplo: “El Señor es mi Pastor, nada me faltará” o bien “El Señor es mi Pastor, nada me puede faltar”. Lo certero es que la primera parte de la frase es común a todas las traducciones e indiscutible: “El Señor es mi Pastor”, Él es nuestro Pastor que guía nuestros pasos hacia verdes pasturas y hacia el agua fresca, quien guía los pasos hacia una vida colmada por el amor de Dios y la oración que fecunda al alma, pero, la segunda parte de la frase se presta a distintas interpretaciones:
Vamos primero con: “NADA ME FALTA”; indica una certeza absoluta del hecho y ésta certeza se ubica en tiempo presente, si Él es el Pastor nada me falta HOY.
“NADA ME FALTARÁ”; esta frase ubica a la certeza en un plano futuro pero nos deja la duda de un presente que puede no estar asistido por la bondad del Pastor.
“NADA ME PUEDE FALTAR”; aquí se vislumbra una confianza, también futura, pero un cierto temor presente. No es una afirmación absoluta de la Providencia, sino una esperanza de que “nada nos puede faltar”.
Desde un punto de vista objetivo se puede inferir que la frase correcta es: “EL SEÑOR ES MI PASTOR, NADA ME FALTA”, porque la certeza es hoy, aquí y ahora.
Desde un punto de vista subjetivo y de experiencia espiritual del alma, cada persona lo puede vivir de forma distinta debido a su propia realidad mística de unión con el Señor y esto se enriquece con esta Palabra de Dios, cuyo sentido es la iluminación de la vida espiritual y no el mero estudio intelectual de Dios. Cada persona puede experimentar según su realidad que “nada le falta” como certeza absoluta hoy debido a una fe sin límites en la providencia de Dios, una fe madura y comprometida al ejemplo de los santos.
Otras personas pueden estar recorriendo un camino espiritual en el que perciben la Presencia de Dios pero sus efectos lo esperan para el futuro, una esperanza que no defrauda, tienen confianza y esperan por eso dicen: “nada me faltará”.
Y finalmente el tercer grupo : “Nada me puede faltar”, es un sentimiento también de confianza, de deseo, aunque denota cierta inestabilidad en la afirmación, es similar a la necesidad pero vista desde el lado meramente humano.
La composición que se acerca más al ser de Dios es aquella de fe absoluta: “NADA ME FALTA”. ¿Por qué?
Porque Dios me regala la vida de cada día: manos, pies, sentidos, corazón que late, su amor, su Espíritu Santo, el afecto sincero, los sacramentos que son medios en que la Gracia de Dios nos acompaña en esta vida, la posibilidad de sonreír, de ayudar a los necesitados y de ser personas de gran corazón. Creo que esta lista puede ser mucho más numerosa, cada uno de nosotros puede ir agregando todos los regalos que Dios nos hace a diario y así nos daremos cuenta que es cierto aquello del Salmo 23: “EL SEÑOR ES MI PASTOR, NADA ME FALTA”.
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lunes, 14 de abril de 2014
¿Por qué Cristo sigue en la cruz?
Esta reflexión nace a consecuencia de personas que se acercan a nuestro puesto en Parque Centenario donde tenemos una humilde santería, por supuesto gran cantidad de medallas y cruces. Concretamente, se acercó un muchacho un tanto angustiado y me trae un crucifijo diciéndome: "Por favor, ¿me lo cambiaría por una cruz sola, sin Cristo? porque no puedo ver que Jesús siga colgado en esa cruz si ha resucitado"
Entonces, lo miré y contemplé al Cristo en su cruz, luego le dije: "¿Por qué quieres sacar a Jesús de esa cruz?, quiero explicarte el porqué El sigue en la cruz:
Jesús sigue estando en la cruz y por eso se explica el sufrimiento del ser humano, se explica tu sufrimiento, el mío y el de todos. Todos sufrimos y eso es inevitable. Hay sufrimientos físicos, como por ejemplo una enfermedad. Sufrimientos espirituales, como por ejemplo haber perdido la paz y la confianza en Dios. Sufrimientos morales como por ejemplo ser víctima o victimario de actos de corrupción. Sufrimiento en la relación con otros como por ejemplo un matrimonio quebrado, la indiferencia, la discriminación por cualquier motivo, etc. El sufrimiento es parte de nuestra vida y la forma de asumirlo cada uno depende la forma de vivir.
Si pensamos en un Cristo solamente resucitado, glorioso, en el cielo, lejano, ya sin dolor se aleja de nuestra pobre realidad.
Si contemplamos a Jesús en la cruz, sufriente, tomando sobre sí los pecados de la humanidad, con heridas físicas y espirituales, con el dolor de haber sido traicionado por sus amigos, discriminado e insultado por su pueblo, el mismo pueblo que lo había proclamado mesías el domingo de Ramos, torturado, dolor en el cuerpo pero más en su alma. Ese Cristo que aún transita en este mundo, el Cristo que está en Vos, que está en mí, en todos, el Cristo que está en tu corazón y cada vez que sufrimos Jesús sigue clavado en la cruz hasta que nuestra vida llegue a su atardecer, a su encuentro con Dios al final, allí la cruz se despoja del cuerpo sufriente para contemplar a Dios.
No tengamos miedo de contemplar el rostro sufriente de Cristo, más bien, eso tenemos que hacerlo con frecuencia y nuestra alma se verá reconfortada acompañada por el amor de Dios.
El muchacho finalmente tomó su cruz luego de mis palabras, me dijo: "muchas gracias, ahora estoy en paz", y se fue con su Cristo en el pecho.
GLORIA AL SEÑOR.
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