"Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos" (Cf. Mt. 5,3)
Siempre me ha llamado la atención reflexionar acerca de la pobreza, se diría antes y yo afirmo hoy La Santa Pobreza. Estoy segura que ella nos conduce derechito al cielo, pero, cuidado: no estoy hablando de pobres materiales, si bien puede combinarse las dos formas de pobreza.
En el tiempo que yo fui formanda estaba en auge la teología de la liberación que había hecho del pobre un dios, y del rico material un demonio, sin embargo no es así, ni una cosa ni la otra.
La pobreza que acerca a Dios está relacionada con el desprendimiento personal, y tiene más relación con la pobreza voluntaria y no la pobreza circunstancial. Un pobre material, indigente, puede ser mucho más rico interiormente y desear bienes apegando así su alma a las cosas que desearía tener y no puede hacerlo; en este sentido se hace esclavo de los bienes aunque de momento no los posea. O sea, estamos hablando de una actitud del corazón.
El corazón, o el alma, necesita estar libre para poder encontrarse con Dios, cuando una cosa o una persona ocupa el lugar de Dios provoca en nosotros una distracción que nos evade y nos aleja de la voz de nuestro Pastor.
Ser pobre evangélico, es decir: seguidor de las enseñanzas de Jesús, significa la renuncia a los bienes por propia voluntad y la correcta utilización de los mismos, de modo que no me hagan esclavo de ellos.
Por ejemplo: no todo lo que sale como novedad al mercado es necesario comprar, sin embargo hay muchas personas que comprar compulsivamente cada novedad que la sociedad de consumo le presenta, esta persona se está haciendo esclava de los bienes y cada vez reclama más dinero para poder acceder a más cosas. De allí surgen también situaciones violentas, por algo dijo Jesús: "No podéis servir a Dios y al dinero", si sirves al dinero te haces esclavo de él y de los bienes a los que puedes acceder, cuanto más bienes tengas, más afán tendrán que poner en cuidarlos debido a la inseguridad, y así unos cuantos bienes y unos cuantos billetes te han quitado la paz, la serenidad y la libertad interior para la unión con el Señor.
¿te das cuenta que la pobreza verdadera, la que lleva a Dios, no tiene nada que ver con la pobreza material?
Evidentemente un pobre material tiene menos preocupación de cuidar sus cosas si es que no tiene cosas para cuidar. Pero muchas veces ansía lo que no tiene.
Una persona en buena posición podría utilizar su dinero para hacer este mundo mejor, para algún emprendimiento social y de esta forma dejar de ser esclavo del dinero, es lo que las empresas llaman "responsabilidad social empresaria", esa misma responsabilidad la podemos y la deberíamos tener cada persona.
Por eso pido a Dios siempre la Gracia de vivir desapegada de las cosas, de los bienes y el dinero, y a la vez le pido paz, fuerza, y mucha voluntad para poder destinar mis recursos a la misión que El me encomiende.
Tengo trabajo, por lo tanto su bendición reposa sobre mí, tengo que comer, que vestir, tengo el afecto de mis amigos, y no necesito mas, porque El Señor es mi Pastor, nada me falta.
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