miércoles, 18 de julio de 2012


Queridos amigos: Ustedes me escuchan hablar mucho de una fundación para víctimas de violencia de género, pero es que la situación en Latinoamerica y concretamente en Argentina es alarmante. Desde aquella muerte de la mujer quemada por su marido, no recuerdo el nombre del cantante, desde allí el problema se tornó en constante crecimiento. Mujeres quemadas y luego muertas, todas de la misma manera ¿hasta cuando la justicia hará oídos sordos? El sentido de una fundación es que muchas veces las mujeres no se animan a dejar su lugar de tormento, sencillamente porque los recursos materiales para el mantenimiento los trae el varon a la casa, sea que ella no trabaja, no la dejan, o no está capacitada para hacerlo, los casos siempre son distintos. La cuestión es que la mujer se ve en un problema sin salida, sobre todo si hay niños de por medio. Lo ideal sería tener un espacio de acogida para poder ayudar a esta mujer a reinsertarse en la sociedad y a ayudarle a realizar sus reclamos a través de la justicia mediante las correspondientes demandas. El problema de la violencia es el silencio que nos paraliza y que actuamos cuando ya es tarde para encontrar una solución. Antes de seguir quisiera también destacar que la violencia psicológica, también es violencia y muchas veces mucha más intensa y dolorosa que la física. Yo tengo harta experiencia de haber vivido bajo presión psicológica bastante tiempo, y les aseguro que es una especie de muerte lenta que conduce a la depresión, y todos sabemos que la depresión conduce a muchos suicidios. Es una violencia más encubierta, más vil, y tan imputable como la violencia con características físicas. Poder salir a tiempo de la situación es la clave, yo lo hice, estaba ya enfermando crónicamente. Salir a tiempo y comenzar las demandas correspondientes al caso. En el caso de las mujeres de violencia de género comprendo que es difícil esa dependencia afectiva que tienen hacia el varón y que generalmente son manipuladores y logran que la mujer continue en un círculo vicioso, hasta que al final ya no hay remedio. La intención es prevenir muertes, prevenir enfermedades crónicas, ayudar a las mujeres psicológicamente y espiritualmente, y también capacitándolas a superar situaciones límites como esas. Ojalá Dios nos permita hacer realidad el sueño de esta lucha por la justicia de género.

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