domingo, 30 de marzo de 2014

"Todos nos equivocamos en la vida"

Todos nos equivocamos en la vida. Tomando la frase del Papa Francisco (que me encanta y con la que concuerdo): “Todos nos equivocamos en la vida, reconozcamos nuestros errores y pidamos perdón”. Como todo lo que él dice, es muy evangélica su frase y muy cierta. Cuando reconocemos nuestros errores y pedimos perdón se produce una liberación espiritual de todo aquello que hasta ese momento nos estaba pesando, ahora yo quisiera saber ¿Qué se nos puede decir acerca de la actitud del que escucha ese pedido de perdón Y NO PERDONA? El que recibe un pedido de perdón de un hermano y no perdona, se encuentra totalmente fuera de lo que el Evangelio nos enseña, de lo que Dios espera de cada uno de nosotros. Somos humanos “todos sin excepción”, y, en potencia todo tenemos la inclinación al error, algunos más, otros menos, pero todos somos pecadores. Quiero escribir esta nota ya distante de toda la realidad cruel que a mí me tocó vivir en la Congregación, en la vida religiosa. Hoy puedo observar de lejos la actitud de pobreza espiritual de cada una de las hermanas que llevó adelante el hostigamiento contra mi persona, y lejos de esas circunstancias vuelvo a percibir la actitud totalmente antievangélica y lejana a la voluntad de Dios. La frase de Francisco hoy me volvió a iluminar y volví a reflexionar y darme cuenta que “Dios está con los que sufren, con los pobres, sobre todo con los pobres morales y que piden humildemente perdón”. Para todos aquellas personas que ya han leído el libro “La Hipocresía de Confesar”, que ya son muchas, les digo lo siguiente: Yo me he equivocado mucho en mi vida religiosa, sobre todo los primeros años de mi vida en la comunidad, pero luego mis errores han sido subsanados mediante el perdón de la Iglesia y mi reconciliación con Dios. En los capítulos finales, como ustedes pueden leer, se ha manipulado todos aquellos errores para construir una conspiración del mal. Y todas aquellas personas que no tuvieron la capacidad de perdonar un pasado, que era simplemente pasado, esas pobres personas están muy lejos del Espíritu de Dios, pero nadie puede arrogarse la autoridad para “castigar con sadismo y sarcasmo” hasta hacer enfermar a una persona. Por esas pobres personitas hay mucho por rezar, por hacer penitencia para que Dios tenga misericordia de ellas en el momento de su muerte y que puedan arrepentirse antes de todas sus malas acciones. Recuerdo que toda acción que lastima a un ser humano es intrínsecamente mala y abominable a los ojos del Altísimo. A pesar de la falta de perdón de quienes se arrogan el título de “pastoras de la misericordia”, aquí, los heridos por la soberbia del poder seguiremos pidiendo justicia y equidad ante la sociedad civil. Porque no es justo que una sola persona o grupo de personas destruyan la vida entera de una persona, la dejen sin trabajo, en la desolación de una sociedad donde la persona útil alcanza solo los 35 años con suerte, que no se hayan hecho los aportes a la seguridad social y por lo tanto se le prive de una jubilación futura. Todo eso está contra de la ley, de la ley en el orden civil y contra la misericordia en la ley de Dios que es una ley de Amor y de perdón. Pido a Dios la asistencia de su Espíritu Santo, y, como los profetas del Antiguo Testamento y la misma vida de Jesucristo sigo esperando Justicia, no solo por mí sino por muchas personas que recibieron lamentablemente el mismo trato desagradable que yo he recibido y también para que muchas otras personas no tengan que volver a pasar por estas circunstancias, que lejos de ser de Dios, son obra del contrario a Él. Dios nos bendiga a todos y nos conceda de verdad un corazón misericordioso. Quisiera concluir con la gran verdad que decía mi fundadora "Santa María Eufrasia", un consejo que ella decía a las hermanas: "Las obras divinas tienen su sello: LA CRUZ, ¡Oh Fundación de Angers, dirá mas tarde, ¡qué de lágrimas me has costado!...pero mientras más se sufre, Dios es más glorificado, este pensamiento dulcifica las lágrimas más amargas!.

viernes, 21 de marzo de 2014

Vida después de la muerte

Lectura del Evangelio segun San Lucas 16,19-31 El rico Epulón y Lazaro 19. "Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y banqueteaba cada día espléndidamente. 20. Y un mendigo, llamado Lázaro, se estaba tendido a su puerta, cubierto de úlceras, 21. y deseando saciarse con lo que caía de la mesa del rico, en tanto que hasta los perros se llegaban y le lamían las llagas. 22. Y sucedió que el pobre murió, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán. También el rico murió, y fue sepultado. 23. Y en el abismo, levantó los ojos, mientras estaba en los tormentos, y vio de lejos a Abrahán con Lázaro en su seno. 24. Y exclamó: "Padre Abrahán, apiádate de mi, y envía a Lázaro para que, mojando en el agua la punta de su dedo, refresque mi lengua, porque soy atormentado en esta llama". 25. Abrahán le respondió: "Acuérdate, hijo, que tú recibiste tus bienes durante tu vida, y así también Lázaro los males. Ahora él es consolado aquí, y tú sufres. 26. Por lo demás, entre nosotros y vosotros un gran abismo ha sido establecido, de suerte que los que quisiesen pasar de aquí a vosotros, no lo podrían; y de allí tampoco se puede pasar hacia nosotros". 27. Respondió: "Entonces te ruego, padre, que lo envíes a la casa de mi padre, 28. porque tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio, a fin de que no vengan, también ellos, a este lugar de tormentos". 29. Abrahán respondió: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen". 30. Replicó: "No, padre Abrahán; pero si alguno de entre los muertos va junto a ellos, se arrepentirán". 31. El, empero, le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se dejarán persuadir, ni aún cuando alguno resucite de entre los muertos".

 Comentario del Evangelio de hoy por "Sor María de la Cruz"
 Hermosa lectura del Evangelio de hoy que nos hace ver una realidad en la que pocas veces nos detenemos a pensar: "LA RETRIBUCIÓN FINAL, LA VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE". Esta vida transitoria en la tierra no es única, ni absoluta, sino que es un paso, un aprendizaje para otra existencia superior y perfecta. Esta vida es un preludio de otra vida de santidad del alma personal y comunitaria, llegamos aquí cargando una existencia de pecado original y subsiguientes con un cuerpo débil y corruptible pero con un alma en potencia preparada para alcanzar la perfección, la iluminación y la paz perpetua. Nuestra alma es el principio espiritual que en teoría domina nuestro cuerpo, o mejor dicho, el cuerpo material es reflejo del alma en su accionar, cuando esto no se produce, cuando el dominio material subsiste por sobre el espiritual, vemos la decadencia del ser humano, ejemplo de ello fue el rico Epulón del Evangelio.
 El pobre Lázaro es ejemplo de pobreza y humildad, como medios de perfección del alma, y con ésto Dios no nos quiere decir que aprueba la indigencia: recordemos que se trata de actitudes, de principios de acción, lo que Dios espera de nosotros como hermanos de otros hombres, es que compartamos nuestros bienes con los que sufren necesidad y también que abandonemos esa actitud de comodidad, de poseerlo todo mientras otros desfallecen por un pedazo de pan (aún trabajando). 
 En este Evangelio Dios da respuesta al sufrimiento humano, pero aclara bien: la retribución "no es en esta vida", sino en la siguiente, junto a El en su presencia. 
Una enseñanza muy importante de este Evangelio es que ningún sufrimiento humano queda indiferente para Dios, todo tendrá su recompensa y todo está escrito en el libro de la Vida. Y cuando hablamos de sufrimientos, éstos pueden ser materiales, físicos o espirituales, en otra entrada hablaré de los mismos. Lo importante es que a los ojos de Dios todo tiene su recompensa, por eso, a tener fe y a creer que todo lo que se siembra: se cosecha, sea en el cielo o en el infierno, porque también existe el infierno según ustedes lo pueden leer en este Evangelio, bien claro, sobre todo para algunos postmodernos que niegan la existencia del demonio y del infierno.
 El rico Epulón: egoísta, cómodo, que recibió sus bienes en la vida y no los compartió, le tocó sufrir luego de su muerte "las llamas lo atormentaban". Así que, no hagamos oídos sordos al Evangelio, tengamos actitudes de misericordia hacia los que sufren cualquier tipo de sufrimiento para también nosotros poder gozar de la vida con Dios, en paz y felicidad eterna. Asi sea.