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lunes, 20 de agosto de 2012
Unos votos firmados con sangre
Cuando se ingresa en la vida religiosa por lo general se tiene un ideal, una meta para seguir, que en este caso es Jesucristo y es un ideal muy fuerte, tan pero tan fuerte que llega a hacerse parte de uno la identificación con El y con su Reino.
Recuerdo las pasiones de la juventud: "Señor yo voy a dar la vida por vos" (Como Pedro que después lo negó)
"Señor, yo te voy a ayudar a llevar la cruz" (como los apóstoles que cuando aparecieron los soldados desaparecieron.
"Señor, yo voy a seguirte siempre" (como Judas que te traicionó con un beso).
La realidad es dura, muy dura y ese ideal se ve debilitado por la naturaleza humana que falla ante el intento de la heroicidad.
Pero, parece que a algunas personas Dios quiere más que a otras y les concede la fuerza necesaria para colaborar con El a llevar la cruz, pues eso me ha pasado a mí y no ceso de dar gracias a Dios por ser su escogida predilecta a pesar del dolor, un dolor con fe y con amor que me ha hecho crecer mucho en mi vocación contemplativa.
Cuando joven Dios me fue preparando (porque El sabe, es el Maestro), y me concedía unas lecturas maravillosas de la cruz, incluso el mismo Evangelio "El que quiera venir en pos de mí, que renuncie a si mismo, que cargue con su cruz y me siga".
No alcanzaba a comprender bien la frase "RENUNCIA A TI MISMO", eso era lo más dificil y no, cargar la cruz. Porque cuando se es capaz de renunciar a si mismo, llevar la cruz es una dulce actividad, pero no es facil ésto de renunciar a sí mismo.
Pasó el tiempo y Dios adoctrina de a poco y con los acontecimientos diarios: una enfermedad terminal de mi mamá, una larga agonía, un cuidado especial de ella, yo ya me iba desangrando por dentro. Hasta que luego de muchas renuncias llegó el día de decirle definitivamente SI al Señor: pues tu me diste la fuerza para llegar a ese momento y subida al pie del altar firmé mi consagración, la estaba firmando con la sangre del sufrimiento.
Pensaba que el culmen del sufrimiento había pasado y que mi vida retornaría a ser un mar en calma, cuando de repente se cumple otra frase del Evangelio: "Felices ustedes,cuando sean insultados y perseguidos y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí", entonces mis amadas hermanas tomaron una espada en mano y me atravesaron simbólicamente, me partieron en dos, entonces se cumplió esa parte del Evangelio que dice "No piensen que vine a traer la paz sobre la tierra. No vine a traer la paz sino la espada, y el hombre tendrá como enemigos a los de su propia casa"
Cada parte del Evangelio se iba cumpliendo, la parte que corresponde al modo en que un discípulo debía hacerse cargo de su cruz. Y ahora, ¿me voy a quejar a Dios?
Pues, yo amaba la cruz, se la pedía, le pedí poder saborear la ciencia de la cruz y encontrar sentido al dolor. Y Dios responde, siempre responde cuando le pedimos cosas buenas al alma: Respondió maravillosamente, me hizo gustar la ciencia de la cruz, Y ME HIZO LIBRE, si, algunos piensan que he enloquecido, yo digo que no, que Dios fue mi Maestro y he encontrado el tesoro escondido, la paz, la sabiduría, el evangelio hecho vida. Y el remedio a mis pecados pasados.
Es más, he encontrado la fuente de la paz, la fuente de la salud, la fuente del amor verdadero, ya no suspiro por el amor y el reconocimiento de mis hermanas, porque Dios me hizo experimentar parte de su palabra y éstas se volvieron salud para mi alma.
Ojalá Dios me permita compartir este tesoro, estoy segura que sí, y oro intensamente para que mis hermanas también puedan descubrirlo. Es hermoso. Y mi IDEAL SIGUE SIENDO JESUCRISTO, desde aquel 19 de agosto de 2003, nada ni nadie me podrán separar de El.
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