miércoles, 23 de septiembre de 2020

CORONAVIRUS Y DIOS


 Médico y dolencia (Eclesiástico 38, 1-15)

«Da al médico, por sus servicios, los honores que merece, que también a él le creó el Señor.
Pues del Altísimo viene la curación, como una dádiva que del rey se recibe.
La ciencia del médico realza su cabeza, y ante los grandes es admirado.
El Señor puso en la tierra medicinas, el varón prudente no las desdeña.
¿No fue el agua endulzada con un leño para que se conociera su virtud?
Él mismo dio a los hombres la ciencia para que se gloriaran en sus maravillas.
Con ellas cura él y quita el sufrimiento, con ellas el farmacéutico hace mixturas.
Así nunca se acaban sus obras, y de él viene la paz sobre la haz de la tierra.
Hijo, en tu enfermedad, no seas negligente, sino ruega al Señor, que él te curará.
Aparta las faltas, endereza tus manos, y de todo pecado purifica el corazón.
Ofrece incienso y memorial de flor de harina, haz pingües ofrendas según tus medios.
Recurre luego al médico, pues el Señor le creó también a él, que no se aparte de tu lado, pues de él has menester.
Hay momentos en que en su mano está la solución,
pues ellos también al Señor suplicarán que les ponga en buen camino hacia el alivio y hacia la curación para salvar tu vida.
El que peca delante de su Hacedor ¡caiga en manos del médico!».

Les traigo esta cita bíblica para que comprendan que Dios no es un mago, Dios no interviene en nuestra vida de modo extraordinario con prodigios visibles. Puede hacerlo porque es Dios, pero no lo hace porque "respeta nuestra Libertad".

La Biblia es muy clara: "Yo pongo ante ti dos caminos: la vida y la muerte, elige la vida y vivirás". Dios nos hace elegir a nosotros y por nuestra responsabilidad nos llega o no la enfermedad.

La obediencia conduce a la vida, y en estos momentos de pandemia debemos obedecer a las autoridades, a los médicos y al gobierno en una actitud de fe. La rebeldía y la desobediencia es la causa de todos los males de este mundo, porque proceden del maligno, desde la creación del mundo hasta hoy, la causa de la muerte, la enfermedad y el dolor se encuentra en la desobediencia a la los mandatos, al camino que conduce a la vida y la paz.

El Coronavirus está poniendo a prueba nuestra fe, hay gente que jamás pisó la Iglesia y ahora va seguido a pedir a Dios por la salud de ellos y sus familias. Hay otra gente que de repente abandonó su fe porque quiere obligar a Dios a que actúe de forma milagrosa y espectacular. Nada más lejos de Dios que esto último. Dios siempre actúa mediante mediadores, hasta para hacer milagros se vale de los santos. Pero en este caso Dios se vale de los médicos, de los comunicadores "buenos", de los gobernantes que piensan en la salud de sus ciudadanos, Dios se vale de todos ellos, y también de nosotros al inspirarnos cuidar a los demás. Pero también el mal hace lo suyo: y tenemos malos comunicadores, malos gobernantes que solo piensan en el bienestar material de unos pocos, malos ciudadanos que prefieren su propio placer personal y al no cuidarse contagian a otros que si se están cuidando poniendo en riesgo de muerte la vida de los vecinos. En fin, Dios obra a través de la gente coherente y el diablo también obra a través de mediadores de la maldad. No esperemos que Dios haga obras espectaculares, Dios ilumina las mentes de los médicos y científicos que en este momento están desarrollando las vacunas, mientras, el Señor nos pone a prueba a través de este momento de pandemia que nos ha sacado de nuestra zona de confort. Muchas virtudes se pueden desarrollar en este tiempo, mucha solidaridad. La conciencia de que nuestra vida es muy frágil, limitada y finita, que debemos poner nuestra atención en las cosas importantes, no en lo superfluo, demos importancia a lo espiritual, a la bondad, a la solidaridad, al perdón. No estemos enojados, porque hoy estamos en este mundo y quizás mañana no, estemos preparados para dejar la materialidad y elevarnos como seres de luz hacia una nueva vida en Dios. 



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