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martes, 31 de julio de 2012

"La Hipocresía de Confesar" Biografía de Sor María


Queridos:
Con mucha paciencia el buen Dios me ha tolerado muchos errores de mi vida, pero, algún día había aprendido a obedecer a Nuestro Señor, mis hermanas en religión no creyeron que haya sido así, y llevadas de una furia incontenible y ensañamiento se propusieron eliminarme de la forma más dolorosa y con consecuencias irreparables.
Ultimamente Dios ya no tenía nada que reprocharme porque vivía en su Presencia y trabajando arduamente para la Congregación. Lo he dado todo, pero no fue correspondido. De Dios jamás me podrán separar porque El vive en mí y me ha consagrado para siempre. Estoy muy feliz de tener votos y nunca osaría firmar nada que me desvincule de ellos, es más, estoy dispuesta a pelear mi situación religiosa hasta las ultimas consecuencias, estoy dispuesta a trabajar arduamente y conseguir el dinero necesario y la constancia para que el Papa me reciba, pero por ahora ese paso me resulta lejano.
No obstante en pleno conocimiento de mi vocación tengo el deseo de crear una fundación para mujeres víctimas de violencia de género, yo fui una de ellas, y la violencia vino de parte de otras mujeres en una institución cerrada y de la que nadie tiene verdadero conocimiento. El libro también quiere dejar al descubierto situaciones injustas que se viven en ambientes cerrados y donde las justicia es muy difícil que pase. Pero hay que seguir luchando.
Siempre aferrados a Dios y a la oración, El es el que me da la fuerza, me costó mucho publicar este libro, editar un libro no es económico, todo lo contrario, pero yo he trabajado y ahorrado para llegar a este modo de hacer justicia. Espero que ustedes puedan leerlo con una mirada objetiva, desde los derechos humanos, desde la fe también. Gracias por todos. Bendiciones.

sábado, 16 de junio de 2012

Encontrar al Creador, meditando...

En mi primer entrada quiero hacer mención de lo fundamental para permanecer unidos al Señor, al Creador, a nuestro Principio. Sin este atisbo de unión nuestra vida permanecerá en constante caos, desorden, tendiente a la disolución.
Dios, nuestro Creador, es un ser espiritual, digamos mejor: espíritu puro. Que al momento de nacer nos concede un poco de su espíritu y así venimos al mundo con un alma espiritual, que inevitablemente va a tender hacia El toda la vida, de ahí la sensación de vacío, de nunca estar completamente satisfechos. Ese vacío no es otra cosa que nuestro anhelo de la unión definitiva con quién es nuestro progenitor. A ese principio de Vida lo llamamos Dios.
Cuando nuestro interior se desordena, lo que pasa es que nos desviamos de la armonía que supone mantener encendida nuestra espiritualidad. Nosotros somos seres compuestos de alma y materia, y la permanente lucha entre estos dos compuestos que están llamados a complementarse y cuando eso ocurre estamos en presencia de la santidad y también cerca de lo que llamamos "cielo".
El cielo y el infierno, no son dos lugares sino dos estados, que se vivencian en el interior de la persona, un estado nos conecta con la trascendencia y es fuente de salud y armonía, mientras que el otro estado nos conecta con la violencia, es fuente de enfermedad y desorden general.
Muchas enfermedades del cuerpo tienen su origen en un problema espiritual, casi todas diría yo, que si lo sabemos reconocer ya sería un gran paso para el camino de la sanación. Para que se opere la sanación física es fundamental reconocer un problema espiritual, y de allí mucha dedicación para crecer en vida espiritual. Recordemos que Jesús cuando sanaba a los enfermos no les decía: "por mi poder te sano" o "por el poder de Dios te sano", le decía simplemente "tu fe te ha salvado, vete en paz". Y la fe no es otra cosa que un estado interior del alma o del espíritu frente a la realidad, la fe supone confianza, esperanza. Por eso considero fundamental que comencemos a aprender a meditar, a conectarnos espiritualmente. Nótese que no digo "rezar", porque el rezo proviene de la repetición de palabras, y acá se trata de inbuirnos en el interior de nuestro ser para alcanzar la salud, podemos decir orar, contemplar, amar en silencio, sin palabras, sentirse abarcado por la trascendencia.